La actividad, que contó con la participación de la Onemi y la coordinación de la Comisión de Reducción de Riesgo de Desastres y Reconstrucción del Ministerio de Vivienda, se realizó en la población Víctor Domingo Silva, zona de potencial riesgo, ya que durante el siglo pasado hubo varios aluviones que afectaron a esa zona de la capital.
La memoria es frágil. Corría el año 1966 y a mediados de mayo, un temporal dejaría huellas indelebles en la memoria de miles de coyhaiquinos. Un aluvión bajó por la quebrada Divisadero y arrasó con las viviendas que existían en esa época en la actual población Víctor Domingo Silva.
Lorenzo Martínez, quien actualmente vive cerca del parque Víctor Jara (ex Las Lumas), recuerda perfectamente ese día, aunque sólo tenía 7 años. “Se derrumbó parte del cerro Mackay e hizo enormes hoyos, muy profundos. Vino un derrumbe con piedras y barro, todo un aluvión. Me acuerdo muy bien porque ese año, mi padre era camionero y era casi el único que tenía un camión nuevo y tuvo que ayudar a sacar la gente, junto con los bomberos”.
“No se pudo dormir en toda la noche durante unos 2 o 3 días, por lo menos, porque se llevó parte de la población que había, que eran muy pocas casas la verdad, pero se las llevó y le hizo huecos profundos en los sitios que estaban preparados para sembrar, entonces esta parte de la ciudad, la Víctor Domingo Silva quedó muy destruida”, recuerda Lorenzo Martínez, mientras funcionarios del Ministerio de Vivienda catastraban su hogar, en medio de un operativo de simulacro de desastre, actividad que contó con la participación de la Onemi y la coordinación de la Comisión de Reducción de Riesgo de Desastres y Reconstrucción del Ministerio de Vivienda, la Seremi del ramo y el Servicio de Vivienda y Urbanización (Serviu).
Magdalena Radrigán, encargada nacional de la Comisión de Reducción de Riesgo de Desastres y Reconstrucción del Ministerio de Vivienda explicó que este simulacro está orientado “a preparar a los equipos técnicos y sociales de la Región, para poder responder en caso que se presente algún desastre y que puedan incorporar los funcionarios y funcionarias los elementos técnicos y conceptuales de la gestión de desastres y entender, particularmente, el rol del Minvu en los procesos de evaluación técnica a la hora de realizar los catastros de las viviendas que han sido afectadas por algún desastre en particular”.
En tanto, la Seremi de Vivienda, Paulina Ruz, valoró que se activara este protocolo de emergencia ya que “es relevante que como Ministerio actuemos de manera consciente, pero también coordinada, entendiendo que no estamos ajenos a una catástrofe , frente a una situación compleja que escape de la mano del hombre, pero sí tenemos que tener la capacidad de poder reaccionar frente a esto de manera coordinada y organizada con los equipos y, por supuesto, tener mucho cuidado con el trato que se les da a las familias ante este tipo de hechos”.
Sidi Bravo, director regional de Onemi, valoró la activación realizada por el Ministerio de Vivienda, ya que aseguró que “hacer un simulacro de desastre en terreno y de manera real, es sumamente importante, porque vamos haciendo un cambio cultural, donde la gente vaya entendiendo que la prevención en todas sus fases, también se vayan adecuando y vayamos produciendo en las comunidades la resiliencia de que estamos en zonas que pueden ser afectadas y por lo tanto hay que prepararnos y hay que actuar con prontitud ante la comunidad y ellos van absorbiendo estas capacidades”.
Hay que mencionar que el protocolo de emergencias determina que el Ministerio de Vivienda se involucra recién en la tercera etapa de acción, dejando en la primera a los equipos de salud, bomberos y fuerzas de seguridad, para asegurar la vida de los afectados; en la segunda la reacción de las unidades encargadas de garantizar que las necesidades básicas sean subsanadas y después, en la tercera etapa, entra el Minvu en el catastro de viviendas, ejercicio que se realizó en esta oportunidad.
Según los registros, las quebradas del cordón Divisadero, han tenido aluviones en los años 1928, 1934, 1956, el citado del año 66, en 1977 y en diciembre del año 1985, sin embargo, las obras de mitigación que se han realizado impiden que la situación se descontrole. En ese sentido, Lorenzo Martínez, quien vive en esta zona de eventual riesgo, dice estar tranquilo. “No me asusta que vuelva a pasar, porque sé que está muy protegida la zona. Se hicieron muchas construcciones y canales de retención”, finaliza confiado el vecino de la población Víctor Domingo Silva.