La creación de un gran tapiz colaborativo ha sido el espíritu de una inspiradora iniciativa liderada por Pulso Austral y financiada por el Fondo Chile de Todas y Todos del Ministerio de Desarrollo Social, que busca abrir espacios de encuentro entre generaciones y hacer comunidad en torno a oficios textiles como el bordado.
No hay edad ni género para aprender y practicar oficios textiles. Con esta premisa, más de 40 representantes de la comunidad de Villa Mañihuales, participantes desde los siete hasta los setenta años, han compartido en encuentros mensuales de bordado y costura, donde paulatinamente se ha ido construyendo un tapiz inspirado en el territorio y en la vida rural de esta pequeña localidad de la Región de Aysén. Se trata del proyecto «Bordado Intergeneracional», que reunió a las artesanas del Taller Raíces de Mañihuales, la comunidad educativa del Liceo de Villa Mañihuales y el equipo de facilitadoras de Pulso Austral y Paralelo 47.
La práctica textil comunitaria para promover el apoyo social, el bienestar y la salud mental ha sido el corazón de esta iniciativa que comenzó en diciembre del año pasado con un diagnóstico participativo, donde se levantaron visiones sobre ambas generaciones. Por una parte, los adolescentes relataron lo que valoran y lo que creen que necesitan las adultas mayores y ellas por su lado repitieron el mismo ejercicio.
Posteriormente, se trabajó con Daniela Pizarro, destacada artista textil e investigadora que integra el Comité Nacional de Conservación Textil, quien acompañó el diseño del tapiz con una mirada colaborativa y territorial. «Siento que mirar el territorio construido con tus propias manos es algo muy sanador y esclarecedor también, para ver la dimensión de donde vives, no siempre tenemos la posibilidad de dibujar donde vivimos, siempre otros nos han mapeado…», relató la artista.
Por su parte, la psicóloga y cofundadora de Pulso Austral, Cecilia Moura, relevó como «el diálogo, la creación colectiva y el intercambio generacional se convirtieron en el soporte de esta iniciativa. El arte, entonces, actúa como un medio para la transmisión de oficios y saberes, como también en un espacio para cuidar la salud mental, intercambiar experiencias de vida, abrazar diferencias y construir sueños
compartidos, entre los participantes de Villa Mañihuales».
Hilvanando conversaciones
En las sesiones de bordado colectivo, las artesanas han logrado transmitir sus conocimientos a los y las más jóvenes, generando un vínculo desde la técnica, la experiencia, la paciencia y la sabiduría artística. Así lo confirma Vanessa Sandoval, profesora de arte del Liceo y quien ha estado a cargo de convocar y acompañar al grupo de estudiantes: «Ha sido un proceso entretenido, con altos y bajos. Todos hemos aprendido juntos. Partimos sin muchos saberes del bordado, pero el crecimiento ha sido continuo. Muchos de los niños ya sabían bordar porque sus madres y abuelas les habían enseñado. Sin embargo, la experiencia colectiva fue única… porque tejer, bordar, es hilvanar conversaciones, historias, risas, penas… ha sido un aprender mutuo».
Para las artesanas la experiencia positiva es compartida. Judith Vásquez destacó la importancia del proceso. «No sólo porque aprendemos nosotros, sino porque compartimos nuestros conocimientos». Bernardita Lagos, presidenta del Taller Raíces de Mañihuales, reconoce que ellas vivieron el taller con entusiasmo tanto por el camino, como por el proyecto final. Dentro del trabajo, destaca la presencia masculina: «Nos gusta ver hombres bordando. Son respetuosos y eso lo felicitamos. Nunca habíamos tenido una oportunidad de conectarnos así».
La conexión del trabajo intergeneracional es vivida por todos los participantes. Para Iván Castillo y Maite Sandoval, estudiantes del Liceo de Mañihuales, bordar fue solo una parte de los aprendizajes logrados. «Aprendimos a bordar, pero también a mirar, entender, cómo las señoras habían aprendido. Una idea que no nace del trabajo, sino desde la entretención. Lo que más me gustó fueron los compañeros, la red de apoyo». «Valoro los vínculos que se han forjado gracias al tapiz. El hecho de hacerlo nosotros, le da un toque nuestro a Villa Mañihuales. Me pareció bonito y entretenido que las señoras vengan y nos hayan enseñado. También el contacto con la naturaleza», agregó la estudiante.
El programa, financiado por el Fondo de Chile Todos y Todas del Ministerio de Desarrollo Social, tuvo también una jornada de exploración en el Parque Aiken, para generar nuevos espacios de encuentro e intercambio artístico, esta vez en conexión con la naturaleza. El proceso culminará en el mes de octubre con una jornada comunitaria donde se compartirá el proceso creativo y los resultados del tapiz colaborativo, además de invitar a una experiencia de bordado comunitario con estudiantes y artesanas, a cargo de Pulso Austral, organización que trabaja tejiendo redes desde la cultura, la educación, las artes y la ciencia por el bienestar de las comunidades de Aysén.